El pasado día 25 de octubre, en el marco de la Fira d’Economia Social i Solidària (FESC), se presentaron los resultados de la investigación “Femení i plural: les dones i l’economia cooperativa”, realizada por Elba Mansilla, Joana G. Grezner y Sílvia Alberich i sufragada por la Diputació de Barcelona.
Las investigadoras expusieron los motivos por los que habían constatado que el formato empresarial cooperativo puede suponer una fórmula ventajosa para las mujeres a la hora de enfrentar muchas de las desigualdades y discriminaciones que encuentran en el mercado laboral convencional.
Así, en primer lugar, la cooperativa ofrece una oportunidad para emprender un proyecto de iniciativa económica, puesto que permite superar de forma colectiva las dificultades de acceso al crédito que encuentran las mujeres, en todo el mundo y también en la Unión Europea, así como la mayor descapitalización que las mujeres presentan frente a los hombres.
Por otro lado, el estudio de varias cooperativas catalanas formadas por mujeres o altamente feminizadas ha puesto de manifiesto que en este formato empresarial prácticamente desaparece la brecha salarial de género. A la vez, las investigadoras han detectado un número significativo de buenas prácticas relacionadas con la conciliación y la corresponsabilidad: elevado grado de flexibilidad horaria y de autonomía en la organización del trabajo, ampliación del permiso de paternidad de hasta dos meses a cargo del fondo de la cooperativa o mecanismos de cuidado y sostenimiento emocional de los equipos de trabajo.
Sin embargo, el estudio “Femení i plural” señala que algunos fenómenos, como son la segregación horizontal – distinta distribución de mujeres y hombres en función del área o sector productivo -, o la segregación vertical – distinta distribución jerárquica por sexos -, siguen estando presentes en la economía cooperativa. A pesar de ello, el impacto de la segregación vertical se ve atenuado por el sistema de toma de decisiones cooperativo, caracterizado por “una persona socia trabajadora, un voto”, especialmente en aquellas cooperativas de menor tamaño en las que la Asamblea General sigue siendo el principal órgano decisorio y no existe un Consejo Rector en el que se ha delegado la gestión cotidiana.
Finalmente, la investigación concluye que sólo aquellas cooperativas que han incorporado la perspectiva de género explícitamente visibilizan de forma activa la presencia de mujeres en el mercado laboral a través de su política comunicativa, o adoptan prácticas que inciden en la transformación social y cultural de los patrones de género hegemónicos.
Tendremos la oportunidad de volver a escuchar y debatir los resultados de la investigación el próximo 15 de noviembre, en el marco de la Fira d’Economia Feminista, que tendrá lugar en el recinto fabril de Can Batlló, también en la ciudad de Barcelona.