Retos del teletrabajo

Una nueva cultura de trabajo está calando progresivamente en el entorno empresarial de nuestro país. Esta cultura se caracteriza por una gestión del trabajo y de los equipos basada en la confianza hacia las personas trabajadoras, la potenciación de su autonomía y de su capacidad de autoorganización y la valoración del rendimiento por objetivos.

Esta nueva forma de gestión ha permitido la implantación de numerosas medidas innovadoras en relación a los usos del tiempo y a la conciliación de la vida personal y laboral, entre ellas, el teletrabajo.

El teletrabajo, modalidad de trabajo prácticamente desconocida hace apenas unos años, se está implantado de forma acelerada en un número creciente de organizaciones. Una mayor satisfacción de las personas trabajadoras – que valoran muy positivamente el incremento de las posibilidades de conciliación de su vida personal y laboral que el teletrabajo ofrece –, una forma de organización más eficiente basada en la consecución de objetivos, el ahorro en tiempo de desplazamiento y combustible o la reducción de la inversión en infraestructuras e instalaciones son algunas de las ventajas que las empresas señalan a la hora de apostar por el teletrabajo. Por otro lado, muchas empresas señalan esta medida como una oportunidad para adaptar puestos de trabajo en caso de enfermedad, discapacidad, cuidado de familiares o distancia geográfica del domicilio al lugar de trabajo importante.

teletrabajo

Sin embargo, como práctica reciente, se trata de un campo por explorar que presenta retos diversos, como por ejemplo:

  • necesidad de ofrecer a las personas trabajadoras recursos para organizar de forma autónoma su trabajo,
  • necesidad de ofrecer a los cargos intermedios recursos para gestionar equipos no presenciales y planificar y evaluar en base a objetivos,
  •  ofrecer formación en nuevas tecnologías (herramientas colaborativas, herramientas comunicativas, seguridad informática, etc.) y en protección de datos,
  • actualizar y adaptar los mecanismos de prevención de riesgos laborales,
  • evitar la desvinculación del personal y potenciar el sentimiento de pertenencia a la empresa,
  • definir sistemas de medición de cargas de trabajo, con el fin de garantizar que los objetivos fijados son viables y alcanzables en las horas que estipula la jornada laboral,
  • afinar los mecanismos de coordinación y de trabajo en equipo, aprovechando las ventajas que ofrece la revolución 2.0,

A su vez, el teletrabajo abre interrogantes sobre sus implicaciones jurídicas, sobre la necesidad o no de modificación contractual o sobre la imposibilidad de garantizar un entorno seguro de trabajo.

Otro aspecto que suele señalarse es el hecho de que el teletrabajo en sí no supone una revolución en el concepto de tiempo de trabajo, puesto que en general el horario de trabajo continúa siendo rígido, con una jornada establecida y no variable. Así, a pesar de que algunas organizaciones – una minoría – han optado por teletrabajar de forma parcialmente asincrónica; es decir, obligación de la persona trabajadora de estar disponible y localizable durante una franja horaria determinada, pudiendo organizar libremente el resto de la jornada, son mayoritarias las que han implantado el teletrabajo de forma sincrónica.

Finalmente, la continuidad entre las esferas personal y laboral y el riesgo de no separación de espacios ni delimitación clara de momentos para el trabajo y momentos para la vida personal también ha sido señalada como un aspecto crítico en el que seguir ahondando.

En definitiva, el teletrabajo es una medida conciliadora innovadora cargada de potencial, que no debe ser desestimada por ninguna organización. Sin embargo, como toda medida no consolidada, requiere de supervisión con el fin de ir constatando aspectos de mejora y aspectos a potenciar.