Pobreza económica y exclusión social son dos fenómenos que, aunque íntimamente relacionados, son diferentes; aunque la mayoría de situaciones de exclusión social vienen acompañadas de una situación de pobreza económica, el empobrecimiento no conlleva per se una situación de exclusión social.
La exclusión social abarca muchas más dimensiones que la pobreza; se refiere a una falta de recursos global de las personas, y a la imposibilidad de acceder a los mismos. Es un fenómeno total en el sentido que afecta a muchas o a todas las esferas de la vida de las personas, resultado de una cadena de acontecimientos y condicionamientos estructurales que terminan por desconectar a las personas de la sociedad. Las personas que se encuentran en una situación de exclusión social tienen muchas dificultades para participar plenamente en la vida social, para realizar las prácticas y disponer de los derechos generales o comunes de la sociedad, lo que afecta muy negativamente a su desarrollo humano.
No todos los colectivos ni las personas son igualmente vulnerables a los procesos de exclusión social. Hay grupos sociales que son mucho más vulnerables que otros a los factores de exclusión, como es el caso de las personas jóvenes, funcionalmente diversas, inmigrantes, pertenecientes a minorías étnicas y mayores de 45 años. En todos estos colectivos sociales la desigualdad se agrava en función del sexo. Del conjunto de causas de vulnerabilidad social (paro, enfermedad, discapacidad, bajo nivel formativo, falta de recursos económicos, falta de experiencia laboral debido al trabajo doméstico, precariedad económica asistida en el hogar, etc.) las mujeres acumulan un mayor número de factores de exclusión, al mismo tiempo que poseen factores de exclusión específicos determinados por la experiencia vital de ser mujer.
Las mujeres están más abocadas a padecer exclusión social en base a las desigualdades existentes fundamentadas en la división sexual del trabajo y, en general, al sistema de género. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los factores de exclusión tienen una mayor incidencia en las mujeres: hay una mayor tasa de paro femenina, las mujeres ocupan la mayor parte de los empleos a tiempo parcial y los empleos temporales, reciben unos salarios más bajos por un trabajo de igual valor, por no hablar de la segregación vertical persistente en el mercado laboral que les lleva a ocupar, por lo general, puestos laborales de menor responsabilidad y con menor proyección.
Por otro lado, el trabajo doméstico y el trabajo de cuidados es otro de los determinantes estructurales de exclusión que afecta mayoritariamente a las mujeres. A pesar de las transformaciones sociales de nuestros días, la división de roles entre los sexos apenas ha variado, de manera que siguen siendo las mujeres las encargadas de desempeñar las tareas domésticas y de cuidado, lo que supone una mayor carga de trabajo para ellas, pero no una mayor remuneración. Asumir íntegramente y sin ayuda el trabajo doméstico y de cuidados incide directamente en las posibilidades de buscar trabajo y trabajar, menoscabando las posibilidades de las mismas. Y en el caso de se incorporen al mercado laboral, muchas lo hacen a jornada parcial, reduciendo sus posibilidades económicas y de relación social.
Entre los factores de exclusión que afectan solamente a las mujeres, está, por ejemplo, la violencia de género. La violencia de género es un desencadenante de empobrecimiento, marginación y exclusión en los casos de aquellas mujeres que poseían una posición estable, y un agravante muy determinante en los casos en los que las mujeres ya se encuentran en una posición de vulnerabilidad; puede desencadenar y/o ahondar en la pobreza material (falta de recursos económicos, dependencia económica) y en la falta de una buena salud física y psíquica (depresiones, pérdida de autoestima, problemas de identidad, incapacidad para actuar, etc.). Así mismo, en las situaciones de violencia las posibilidades de realización personal de las mujeres se ven muy reducidas.
Finalmente, podemos señalar que de entre las mujeres, los grupos más vulnerables de exclusión social son: mujeres con problemas de salud, mujeres dependientes y falta de autonomía económica derivados de la sobrecarga doméstica; mujeres cabezas de hogares monomarentales con dificultades económicas y escasez de redes sociales; mujeres víctimas de maltrato y dependientes económicamente y por último, mujeres inmigrantes trabajadoras.
Esta entrada del blog está bien escrita y explica de forma entendedora las diferencias entre ambos conceptos. No obstante, podria mejorar la calidad de la entrada si la blogera hiciera alguna reflexión al respecto. No solamente un comentario “informativo”. Alguna opinión personal o reflexión ligada a la ideologia de la empresa.