El modelo económico en el que nos movemos está dentro del sistema capitalista y a su vez refleja el sistema patriarcal. Gran parte de la responsabilidad de la sociedad se ha depositado en los hombros de grandes corporaciones, alejándola de los gobiernos. Esto nos lleva a plantearnos cómo podemos luchar desde dentro del sistema contra él mismo; ¿lo destruimos y partimos de cero, o nos adaptamos a lo que tenemos ya? Damos por hecho que, aunque la realidad sea ésta, no lleva implícito que sea la única válida o incluso la mejor. Sin embargo, para el propósito de este post centrémonos en lo que puede hacerse operando desde dentro del propio sistema con los mecanismos que éste nos facilita.
Las empresas, como entidades socialmente responsables, son agentes de cambio de primer orden y pueden actuar como punta de lanza de los avances sociales; adaptarse es ahora más necesario que nunca en una sociedad en rápida evolución hacia nuevos modelos. La consecución de la igualdad de género y la inclusión de la diversidad deben alejarse de consideraciones derrotistas y de concepciones desfasadas sobre su coste y riesgo: las organizaciones inclusivas y con mujeres en puestos de dirección obtienen mejores resultados económicos que sus competidoras, puesto que las medidas que se toman en pro de la igualdad son beneficiosas para todo el personal. La igualdad no supone un favoritismo, sino una búsqueda de equilibrio: la conciliación ha demostrado favorecer, no solamente a ambos sexos, sino a la totalidad de la empresa al crear un entorno de trabajo positivo en el que resulta más sencillo identificarse con su misión y valores; del mismo modo, la objetivación de procedimientos favorece la equidad en los trabajadores y trabajadoras, tanto a nivel retributivo como de acceso a la información y en procesos de promoción. Aunque la brecha salarial o las segregaciones vericales u horizontales son estructuras sostenidas por el sistema, la toma de medidas contribuye a luchar contra ellas por lo que tienen de discriminatorio. De este modo, iniciativas como el Índice Bloomberg de Igualdad de Género reflejan cómo está produciéndose un cambio positivo de mentalidad.
Algunos datos que muestran la situación actual:
Las mujeres están perfectamente capacitadas no solo para ocupar cargos de responsabilidad o dirección sino para hacerlo de manera ejemplar. Se está desaprovechando un porcentaje altísimo de capital humano. Esto, que parece una obviedad, no debe serlo tanto a raíz de las estadísticas. ¿Cuántos nombres de directoras reconocidas somos capaces de enumerar? El modelo de gestión masculino que se ha mantenido hasta el momento, los estilos de liderazgo y las jerarquías están transformándose, y debemos trabajar para que una nueva comprensión del mundo empresarial, en un mundo globalizado y diverso, sea posible.