Continuamos con nuestro monográfico tras un breve parón. En este punto, nuestra denuncia es clara: las mujeres han sido históricamente silenciadas, y ocultada su discriminación.
Si retrocedemos al siglo XVII en Inglaterra, la protagonista de una de las obras de la autora Mary Astell relataba ya su falta de interés en los libros de historia, los cuales consideraba aburridos por limitarse a narrar batallas, epidemias y otros acontecimientos masculinos.
Pasando al siglo XX, Virginia Woolf escribía “Una habitación propia”, donde la protagonista volvía a incidir en que de los hombres se conocen todas sus hazañas, pero lo que se sabe de las mujeres es acerca de su papel como madres o esposas; de hecho, antes y durante el siglo XIX varias de ellas legaron sus testimonios de un modo indirecto, habitualmente a través de la reconstrucción de la historia familiar para narrar la biografía de sus maridos.
Como sabemos, entre el XVII y el XX la realidad había cambiado, creciendo la presencia de la mujer en la vida pública y desarrollándose el movimiento feminista. Estas cuestiones no impedían que las mujeres siguieran ausentes del discurso histórico.
Collage: Mary Wollstonecraft, Virginia Woolf, Rosa Parks, Amelia Earhart
Para poder hablar propiamente de la mujer como sujeto, tenemos que remitirnos a un resurgir de estudios específicos debido a tres importantes cambios:
-Social, con una presencia femenina cada vez más intensa al final de la Segunda Guerra Mundial y el surgimiento de la segunda ola feminista, donde la historia de la mujer debía tener una función de concienciación.
-Educativo, con un número de mujeres que llegaban a las universidades y permanecían dentro del mundo académico al terminar sus estudios cada vez mayor.
-Historiográfico, con la imposición de la línea de Annales, corriente revolucionaria por lo que supuso de contraste respecto a las anteriores, y el marxismo histórico; pasaba a entenderse la historia de manera distinta, cambiando su estudio en forma y contenido y atendiendo a colectivos sociales marginados hasta entonces.
De este último punto surgieron varias corrientes que se pusieron de relieve frente a la historia política. Una de ellas es la historia de las mujeres, y es de este modo como empieza a aparecer una rama formal de análisis e investigación que a pesar de todo será considerada como ‘estudios menores’.
En resumen, ampliar el conocimiento histórico permite también poner en cuestión una serie de creencias y conceptos que se pensaban verdades absolutas e incuestionables.
Como Woolf aseguraba y desde Criteria suscribimos, es necesario recuperar el papel de las mujeres para reconstruir la historia de los países en su totalidad.