Situación del liderazgo femenino

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En España, en líneas generales, ha habido un rechazo a las cuotas a pesar de que la Ley Orgánica 3/2007 recomendaba un porcentaje del 40% de mujeres a alcanzar en 2015. A  pesar de esta temporalización no se ha puesto un especial énfasis en hacer cumplir esta premisa con sanciones o, al modo de Reino Unido, mediante actos oficiales o semi-oficiales que concienciaran a las empresas del valor de la diversidad mediante charlas.

Comparativamente con Estados Unidos, el lobby de influencia Women On Boards, sin análogo en España, puso en marcha su iniciativa 2020 en la que se había marcado un porcentaje de un 20% de mujeres antes de ese año, habiéndolo alcanzado este 2017 con 3 años de adelanto según las últimas investigaciones. Esto se ha llevado a cabo mediante sensibilización sobre la diversidad en consejos directivos, haciendo activismo con el envío de cartas a empresas con poco o ningún personal femenino en sus consejos.

Podemos preguntarnos, ante estos datos, si las mujeres se ven recompensadas por sus méritos con posiciones de responsabilidad, y si en consecuencia y gracias a ello, la propia regulación del mercado las situará en la cúspide empresarial con el tiempo.

Ocurre entonces, que estudios recientes indican que no es suficiente debido a multitud de factores, como por ejemplo que reciban menos feedback sobre su desempeño que sus compañeros, a lo que se suma el estrés sobre la propia posición ocupada, la baja adopción de programas de diversidad por parte de las organizaciones o las necesidades de conciliación, vistas como un riesgo asociado a las mujeres. Estas necesidades disminuyen además las posibilidades de hacer networking.

En suma, tod@s perdemos:

- Las empresas, en cuanto a su adaptabilidad al mercado, al disponer de menor capacidad de reacción ante las incertidumbres.

- Quienes invierten en ellas, al perder rentabilidad las organizaciones y dejar de contemplar medidas no financieras que creen valor a largo plazo.  

- El Estado, que pierde su oportunidad de ejercer responsabilidad social y articular estrategias públicas realmente valiosas.

-La sociedad en su conjunto, o clientela si hablamos en términos económicos, que si no ejerce presión sobre las empresas se ve abocada a depender de decisiones parciales.

Por eso son necesarias la transparencia, la elaboración de estadísticas y la publicación de datos. Sistemas realmente objetivos que promocionen sin caer en sesgos, y empresas serias en su representación equilibrada en posiciones de poder y toma de decisiones. Aquellas que, más allá del compromiso, emprendan acciones reales y otorguen la importancia que se merece a la formación y sensibilización de sus personas trabajadoras.

El liderazgo femenino no puede quedarse en una apuesta; es, y cada vez más va a ser, una realidad.