FP Tareas del Hogar: Una reflexión.

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Se ha convertido en viral la nueva propuesta del Ministerio de Educación sobre la creación de un curso de formación profesional básica sobre tauromaquia. La incorporación de esta titulación ha suscitado críticas por múltiples organismos sociales y ha polarizado la opinión pública, resurgiendo el viejo debate sobre los derechos de los animales y la relación cultural con el territorio.

Pero, por si fuera poco, el tema no acaba aquí. Nos vemos sorprendidas por el nuevo hachazo dirigido al trabajo doméstico y de cuidados. ¡Sí, así es! La nueva propuesta del Ministerio de Educación propone un FP de tareas del hogar. Entre sorpresas, risas e indignación, nosotras mostramos aquí nuestra reflexión.

Tradicionalmente, se ha asignado un papel social y económico a los hombres y mujeres.  Así, se crea una división artificial del trabajo: el trabajo mercantil por un lado, y el doméstico y de cuidados por el otro, atribuyendo a las mujeres este último. Los dos tipos de trabajo se encuentran dentro de una jerarquía, en el cual los trabajos domésticos y de cuidados se invisibilizan, creando una situación de desigualdad a través de la explotación y dominación. Así se lo argumenta Cristina Carrasco, doctora en Ciencias Económicas (UB):

“La división sexual del trabajo organiza la vida en la sociedad, asignando a los hombres la esfera de la producción, al mercado de trabajo, y asumen el rol de ganadores de pan; las mujeres quedan asignadas al hogar, asumiendo el rol de amas de casa” (Carrasco, 2006).

De este modo, bajo la asunción de roles por sexo, es imposible no imaginar las aulas de este FP repleto de mujeres. Pero, si las mujeres estudian para ser amas de casa, ¿cómo se va a remunerar, qué relaciones laborales se llevaran a cabo, qué tipo de seguridad social tendrán?

Pues bien, sólo hay que remitirse a las empleadas del hogar actuales. Es importante tener en cuenta la existencia de Régimen Especial de trabajadores del hogar. La justificación para crear un apartado separado para las mujeres que trabajan en tareas domésticas y de cuidados de forma remunerada se basa en que hay una relación de confianza con la persona que las contrata. ¿Confianza? nos parece una visión demasiado optimista.

Como parecía evidente, en 2012 había un 94,89% de mujeres y 5,11% de hombres en este Régimen Especial. (Vilaplana, 2013, Impacto sobre las cotizaciones sociales de la integración del Sistema Especial de Empleados del Hogar en el Régimen General.)

De este modo, se define este régimen con “maravillas” como: El horario será fijado por acuerdo entre las partes (Art. 9.1.); En este caso, la responsabilidad de afiliación a la Seguridad Social se atribuye al empleador, pero en caso que éste no realice los trámites correspondientes se da la opción al trabajador de poder realizar este proceso. (Art. 2.3.), dejando por inexistentes las relaciones de poder y explotación en estos trabajos.

A menudo – y como se ha demostrado-, esta explotación se realiza con la complicidad de las instituciones públicas y la legislación, perpetuando antiguos roles de desigualdad social. Por esta razón, en vez de fomentar la corresponsabilidad entre hombres, mujeres y Estado en el cuidado y las tareas domésticas, se legisla en pro de unos beneficios concretos, siguiendo con una visión tradicional y androcéntrica. Y por supuesto, si eres ama de casa tendrás que tener un título, desposeyendo a las mujeres de sus conocimientos.

Para acabar, este FP muestra la intención de volver a rebajar a las mujeres a los hogares, invisibilizadas, sin poder de negociación y dependientes económicamente debido a la precariedad de estos trabajos. Aunque si podemos sacar algo positivo de estas propuesta es el poner el debate de los trabajos domésticos y de cuidados sobre la mesa, la distribución de roles y la imposición a las mujeres de la responsabilidad de llevarlos a cabo, e incluso fomentar la corresponsabilidad de los cuidados entre todos los agentes sociales de forma equitativa mostrando la importancia de estos trabajos.