Esta imagen nos puede parecer arcaica, anticuada e incluso violenta. ¿Pero ha cambiado la situación de la mujer respecto al mercado y el hogar?
Pese a los cambios legislativos que se han dado en las últimas tres décadas, el aumento de las mujeres en la universidad y la visibilización de éstas en el mercado de trabajo, los estudios muestran que la responsabilidad social de los trabajos domésticos y de cuidado siguen recayendo en las mujeres.
Según la Encuesta de Empleo del Tiempo del Instituto Nacional de Estadística, las mujeres dedican 4:29h diarias a los trabajos domésticos y de cuidados, mientras que los hombres 2:32.
Estas cuatro horas y media estructuran el tiempo diario de las mujeres como eje principal, lo que propicia una reorganización de los otros tiempos sociales.
Las mujeres trabajan en el mercado productivo, hacen la compra, limpian la casa, cocinan, ordenan, cuidan a los familiares: a las hijas e hijos, a los mayores, a los dependientes, gestionan los gastos del hogar y pagan facturas, entre otras muchas; las cuales no sólo supone una cantidad de tiempo diaria para su ejecución, sino que también se halla en relación con un mayor tiempo de movilidad.
Según la Encuesta de Movilidad en un Día Laborable (Enquesta de mobilitat en un dia feiner- Barcelona) en 2014, las mujeres dedican un 24,7% del tiempo dedicado a la movilidad con motivos como compras, visitar amistades/familiares y acompañar a personas. En contraposición con los hombres un 18%.
Pese a todos estos trabajos asociados a las mujeres, éstas están de forma activa en el mercado laboral, pero sus condiciones laborales se ven limitadas por todas las otras responsabilidades sociales.
Lo que presenta el video es una definición visual del concepto “techo de cristal”, el cual hace referencia a las limitaciones a la promoción y ascenso laboral (Mabel Burin (1996) Una hipótesis de género: el techo de cristal en la carrera laboral)
“Se denomina así a una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que nos impide seguir avanzando. Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que no existen leyes ni dispositivos sociales establecidos ni códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que por su invisibilidad son difíciles de detectar.”
La imposición de los cuidados y los trabajos domésticos se ve reflejada en las limitaciones de promoción, antigüedad y valoración positiva de las mujeres en las empresas.
Tal y como dicta la Ley Orgánica 3/2007: “Especial atención presta la Ley a la corrección de la desigualdad en el ámbito específico de las relaciones laborales. Mediante una serie de previsiones, se reconoce el derecho a la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y se fomenta una mayor corresponsabilidad entre mujeres y hombres en la asunción de obligaciones familiares, criterios inspiradores de toda la norma que encuentran aquí su concreción más significativa.”
De este modo, es importante que las empresas muestren su intención real de crear situaciones de igualdad de oportunidades, ya sea a partir de los Planes de Igualdad o medidas concretas, que tenga en cuenta las responsabilidades sociales y las dificultades para la conciliación.
Asimismo, hay que ir un paso más allá y abogar por la corresponsabilidad de los cuidados y del trabajo doméstico entre todos los agentes sociales implicados, así como los hombres y las mujeres, el Estado y las empresas.